Publisher's Synopsis
No me deprimo porque no tengo tiempo para ello, es tan vacuo como decir que no padezco de c�ncer porque soy m�dico. Melancol�a, tristeza, depresi�n, confusos e indefinibles t�rminos que pueden significar o no lo mismo, sin ser tangible no por ello deja de ser una condici�n real y sensible para quienes al nacer tuvieron la suerte de traerla en sus c�lulas, dentro de la cabeza, en su esp�ritu, alma, o como se le quiera llamar. Esa especial condici�n gen�tica es la que hace ver al mundo que nos rodea de una manera distinta al resto de los mortales. Es probable que las vivencias propias -seg�n hayan sido buenas o malas- determinen en algo la graduaci�n de un estado depresivo, pero resulta ins�lito que un hecho que suponga alegr�a para la mayor�a de los seres humanos, ocasione llanto y dolor en otras. Caso contrario, un suceso traum�tico que para muchos pasa desapercibido o sin valor ante determinados individuos. He all� el dilema: para los ne�fitos y tartufos que pululan por miles en nuestro vasto planeta es f�cil creer en algo que no ven y no creer en algo que es visible; tal criterio los hace refractarios, totalmente impenetrables a la hora de entender el extra�o universo de los deprimidos.
Asegurar que el mundo est� lleno de cosas maravillosas ya hechas y miles por hacer o que debemos ocuparnos f�sica y mentalmente hasta el agotamiento, mantener una actitud positiva ante la cantidad de situaciones diarias que nos lastiman y abruman profundamente, hacer el bien al pr�jimo, creer en Dios, tener fe y ser agradecido, para poder disfrutar de la cuota de felicidad que nos pertenece por mandato divino sin caer en estados depresivos, me parece absurdo. Sin ser creyente prefiero aceptar al G�nesis cuando se�ala que por obedecer la voz de la mujer y comer del �rbol prohibido, maldita ser� la tierra por tu causa; con dolor comer�s de ella todos los d�as de tu vida, espinos y cardos te producir�; con el sudor de tu rostro comer�s el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado. En ello consiste el vivir. El perd�n de los pecados en nada ha mejorado el c�rculo vivencial de los desquiciados mentales.