Publisher's Synopsis
El termino maligno, tiene en nuestra lengua dos formas de ser decodificado. La primera es cuando lo usamos como adjetivo que nos define aquello que nos perjudica, que es nocivo o dañino; puede estar manifiesto de diversas formas, pero en todas ellas la etiqueta inconsciente de peligro nos hace alejarnos de aquello que nos va a dañar.
La segunda forma que tenemos es cuando la palabra la decodificamos como sustantivo; dotándole de vida, dimensión, existencia y poder. Evocamos ahí al demonio, al espíritu impuro, a la entidad oscura y son otros los temores que surgen en nosotros.
El termino con sus dos denotaciones nos lleva al mismo lugar, ese lugar donde se da el génesis a nuestros temores primitivos, donde se despierta nuestro instinto básico de supervivencia, física, moral o espiritual.
En este volumen reuní aquellos relatos dispersos desde mi adolescencia y que tenían como tema conductor lo maligno que nos rodea a toda hora y en cualquier lugar; no es necesaria la oscuridad para encontrarlo, o acudir al lugar blasfemo para que se haga presente; porque tal vez ha vivido en nosotros desde siempre, pero no lo reconocemos hasta que lo vemos en el otro, o en lo otro.
Pensamientos que despiertan la parte más oscura de nuestra razón, lugares olvidados donde entidades remotas se regodean con la sangre, sectas ocultas que afanosas buscan el retorno del demonio, objetos que evocan la maldad que esta más allá del entendimiento; todo ello recordándonos siempre la fragilidad del ser humano ante esa fuerza primitiva y peligrosa que destruye o pierde.
Aquello que se aleja de la bondad, no lo gritamos, no lo pregonamos, porque nos atemoriza, pensamos que con el solo hecho de nombrarlo, lo invoquemos, lo auguramos para nuestra vida, y aunque sabemos que la maldad es real, preferimos hablar de ella con un murmullo escondido, con un susurro maligno.