Publisher's Synopsis
Una lectura que nos acoge entre pausas y silencios, entre tonos profundos. Eufóricas líneas que cabalgan entre lo místico y lo real; un galope que cautiva y toca profundamente el ser, "En tus ojos esas aguas mansas de Dios". Líneas sublimes de seducción manejadas con una esencia que conserva el misterio en la frase y va enamorando los sentidos. Versos que exaltan los detalles, una simple mirada es lo desmedido "Nos miramos como dos peces ebrios de mar, delirantes compartimos señales, sólo tú interpretas el signo". Salmos y Blues: es un concierto armónico de muchas piezas que se acoplan perfectamente, llenas de un sonido que a veces se torna delicadamente etéreo, un surtidor de imágenes. La poesía de este libro nos da la sensación de hallarnos caminando por un sendero arbolado en pleno atardecer mientras el sol ya busca ocultarse. Nos regala momentos sublimes con aromas a incienso entre la luz de las velas y una profunda oscuridad que en sus versos se va impregnando lentamente como un fino perfume. Un recital con momentos dramáticos y otros que al vuelo son como pétalos de rosas de castilla, rozan amores, pasiones, desapegos para después posarse en la divinidad y permanecer extasiándonos con su frescura. La autora a través de sus letras trae a nuestro paladar un sabor insondable y aterciopelado. Un contraste que nos deja abstraídos con cada sorbo de su poesía, "Honda letra que oscila entre salmo y penitencia que ayuna y deja plomo en las raíces, corrompe con tanta levadura, cielo y boca"; así como lo describe ella misma, pues tiene la habilidad de llevarnos desde lo sencillo hasta lo más hondo, y desde lo más profundo hasta alcanzar horizontes abiertos. Esta obra es, como ella misma diría al referirse a las palabras, un "Pan de Ángeles", un pan que despierta reminiscencias y percepciones distintas, que nos revelan otras realidades y nos hace pensar en lo que somos y en lo que no podemos ver. Entrar en Salmo y Blues es como saborear un néctar de tal pureza que poco a poco e implacablemente embriagará el espíritu de quien lo lee. Carlos Alberto De La o Tapia