Publisher's Synopsis
Los historiadores de la ciencia han acuñado el término Edad de Plata de la ciencia española para referirse al periodo de tiempo comprendido entre "el desastre de 1898" y el estallido de la Guerra Civil. Y si durante ese corto periodo de tiempo hubo una disciplina que destacó, por encima de las demás, esa fue la Física con Blas Cabrera Felipe como máximo exponente.Se dice muchas veces que uno de los elementos que eleva la grandeza de los pueblos es el recuerdo de la memoria de los hombres y las mujeres que con su esfuerzo y talento ayudaron a conseguir una sociedad mejor. Visibilizar a las personas con las que la sociedad ha contraído una deuda histórica sólo es posible si quiénes poseen la llave de la memoria la usan correctamente.En el caso de Blas Cabrera la recuperación de su figura comenzó hace ya muchos años. Recuperación laboriosa pues tras la dictadura franquista eran pocos los recuerdos públicos de Cabrera que quedaban en España.Aseguraba Miguel de Cervantes que "los tiempos mudan las cosas". Sin duda alguna el tiempo cambia la percepción de los hechos, pero me quedo con la idea expresada por el Dr. Angel Martín Municio -uno de nuestros bioquímicos más prestigiosos y profesor, hace ya muchos años, de quien esto escribe- de que "ni las cosas ni mucho menos las verdades pueden mudar con el tiempo".Y es esa idea la que me lleva a decir que la recuperación de la memoria de Blas Cabrera no debe finalizar hasta que la figura del sabio canario ocupe el puesto de honor que por derecho le corresponde. Blas Cabrera desarrolló su labor docente e investigadora por espacio de medio siglo y lo hizo desde un número importante de instituciones, muchas de ellas dirigidas por él. Licenciado en Ciencias Físico-Matemáticas por la Universidad Central de Madrid, y Doctor en Ciencias Físicas por la misma universidad, fue socio fundador de la Sociedad Española de Física y Química, Catedrático de Electricidad y Magnetismo en la Universidad Central, miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y Director del Laboratorio de Investigaciones Físicas de la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Se podría decir que este era su "curriculum" nacional.Con tan brillante expediente -tenía entonces 32 años- Blas Cabrera, como si de un simple ayudante se tratara, decidió viajar al extranjero como pensionado de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, conocer otros laboratorios y aprender nuevos métodos de trabajo experimental que tras regresar a España pondría en práctica en su Laboratorio.Las publicaciones de los trabajos de Cabrera, fundamentalmente en el campo del Magnetismo, no tardaron en obtener fuera de nuestras fronteras el reconocimiento que merecían. De hecho a finales de la década de los veinte su carrera internacional estaba perfectamente consolidada, como lo avalan algunos de los importantes cargos para los que en esos años fue elegido: Miembro del Comité Internacional de Pesas y Medidas de París del que llegaría a ser Secretario, Miembro de la Academia de Ciencias de París y Miembro del Comité Solvay. Nombramientos que compaginaría con otros no menos importantes desempeños en nuestro país: Presidente de la Sociedad Española de Física y Química, Rector de la Universidad Central, Director del Instituto Rockefeller (Instituto Nacional de Física y Química), Presidente de la Academia de Ciencias de Madrid, Rector de la Universidad de Verano de Santander y Miembro de la Academia Española de la Lengua, en sustitución de Don Santiago Ramón y Cajal. Cabrera no pudo cumplir el sueño de regresar a España. Tras haberse exiliado nada más comenzar la Guerra Civil -al igual que hicieran Ortega, Marañón, Pérez de Ayala, Baroja, Azorín y otros prestigiosos miembros de lo que se dio en llamar la Tercera España- el gobierno de la República lo destituyó de todos sus cargos y posteriormente las autoridades franqui