Publisher's Synopsis
Él habìa salvado cientos de vidas. Él habìa eliminado demonios mìticos, extinguido dragones, derrotado hordas de invasores, criaturas de horror indescriptible. Como jugador, él trajo paz a la Tierra muchas veces. Pero este dìa fue diferente. Nada de lo que habìa hecho antes le preparó para el lìo en el que se encontraba. Esto era la vida real. Fue el dìa de Acción de Gracias, un dìa que este joven de veinte y dos años nunca olvidará. En comparación, Armagedón quedó pequeño. Eso es lo que Clayton Gaines, un Junior en LMU, se dió cuenta mientras se escondìa de sus familiares y otros invitados a la cena en casa de sus padres. La verdad era que no querìa ver ni hablar con nadie hasta que el Xanax, que robó del botoquìn de medicinas de su madre, le empezara a hacer efecto. En lo mejor de los casos Clayt odiaba sentirse atrapado en medio de parientes. Ventajosamente, asì como una gripe, tenìa que tolerar tal suplicio solo una vez al año. "Hola Clayt. ¿Cómo te va?" Clayt estaba atrapado entre el estante chic y mal tenido de su madre y el confundido hermano de su padre, Tìo Earl. Replicó con una singular sonrisa, sintiéndose entre medio ausente y como un venado al frente de los faros prendidos de un auto. "Tìo Earl" "Maldito sea!, Clayton estás casi tan alto como tu padre. Obviamente la Universidad te ha sentado bien. ¿Qué es lo que estudias? "Me especializo en estatura y llevo una segunda opción en genética". Clayt no pudo evitarlo. Fue verdad que en los últimos 18 años el habìa cambiado bastante. Como si fuera de madurez atrazada. Luego de sus estudios secundarios el pasó de ser un rotundo gordito de 5 pies y 8 pulgadas de alto a tener la estatura actual de 6 pies y 1 pulgada y una base sólida de 182 libas de peso. Si su metamórfosis no fue deslumbrante, fue por lo menos una tranformación bien recibida. Habìan desaparecido sus facciones de bebe y fueron reemplazadas con otras varoniles y bien al dìa. Lo único que no habìa cambiado eran sus ojos. Estos permanecieron tan azules como las aguas tropicales del Caribe y cuando sonreìa ellos se iluminaban a través de sus largas y oscuras pestañas. Era como si estuviesen recibiendo energìa de unas baterìas tamaño D. Por su propio reconocimiento, y prácticamente de un dìa al otro, el pasó de ser un común corridor.