Publisher's Synopsis
Cuando Mi tío Roberto, con 6 años, es llevado al orfanato de Buenos Aires sabe que debe mentir y que las religiosas que lo regentan nunca deben conocer que la mujer que lo arrastra con mano firme no es otra que... su madre. Colaboró en el engaño ante la amenaza de que si no era admitido sería enviado al interior del país. ---Donde no te podrá visitar nadie--, le advirtió con gesto severo, aumentando el horror que le invadía. Pudo sobrevivir a ese y a otros momentos especialmente difíciles gracias a su ingenio, valor y picardía.
Fueron la escuela que le preparó para su desembarco en Nueva York. El porteño arrabalero, aún sin hablar inglés, adoptó la ciudad, se amoldó a sus costumbres y, por primera vez en su vida, se sintió en su casa.
Este relato debe, inexcusablemente, incluir a las mujeres que le acompañaron en distintos tramos de su existencia. Ellas dan sentido a su trayectoria y provocan los quiebros de la misma, algunos vertiginosos, como si bailara ese tango al que era tan aficionado. Una característica las unía sin excepción: "Su gran belleza". Él en un intento, inútil, de explicarlo decía que era fruto de la casualidad. Sus amigos festejaban su increíble fortuna entre risas. Roberto, gran romántico, las quiso a todas. Él, en su propósito de ser un caballero, hubiera dicho que por igual, haciendo sentir a cada una que fue la más querida, incluso la única.
Hizo compatible esa vida, que se antoja un tanto desenfrenada, con su dedicación y empeño en ayudar a los más necesitados. A pesar de sus años como supuesto "huérfano", o quizás gracias a ellos y a la comprensión y cariño de las religiosas que supieron disculpar sus innumerables travesuras, fue en la iglesia católica donde encauzó su voluntad de beneficiencia. Fue una figura reconocida por sus acciones altruistas, especialmente por las feligresas que abarrotaban las salas y se ofrecían para actividades de colaboración. Su capacidad para comunicar en español fue de gran ayuda en esa tarea, su acento argentino añadía cierto encanto a su figura. Si algunos adjudican ese éxito, mayoritariamente femenino, al buen hacer de "don Roberto", como era conocido dentro de la colectividad hispana, otros a sus ojos azules que sabían mirar con ternura y que, a pesar de los años, seguían provocando suspiros.