Publisher's Synopsis
Northanger Abbey sigue a Catherine Morland y sus amigos el Sr. y la Sra. Allen en su visita a Bath, Inglaterra. La joven de diecisiete años, Catherine pasa el tiempo visitando a nuevos amigos, como Isabella Thorpe, y yendo a bailes. Catherine es pretendida por el hermano de Isabella, John Thorpe (amigo de la universidad del hermano de Catherine, James) y por Henry Tilney. También se hace amiga de Eleanor Tilney, hermana menor de Henry. El Sr. Henry Tilney la cautiva con su punto de vista sobre las novelas y el conocimiento que tiene de la historia y del mundo. Los Tilney invitan a Catherine a visitar la finca de su padre, Northanger Abbey, que, dado que ella está leyendo la novela gótica de Ann Radcliffe titulada Los misterios de Udolfo, Catherine espera que sea oscura, antigua y llena de misterio y fantasía.Fragmento de La Abadía de Northanger: ..."La indiferencia con que Mr. Thorpe disculpó su ausencia y retraso aumentaron hasta tal punto el mal humor de Catherine, que ésta ni siquiera fingió prestar atención a lo que aquél le contaba, y que estaba relacionado, principalmente, con los caballos y perros que poseía un amigo a quien acababa de ver y de un proyectado intercambio de cachorros; todo lo cual interesó tan poco a Catherine que no podía evitar dirigir una y otra vez la mirada hacia el lado del salón donde había quedado Mr. Tilney.De la amiga entrañable con quien tanto deseaba hablar del joven no había vuelto a saber nada; sin duda estaría bailando en un cuadro distinto. Catherine y su pareja se vieron obligados a entrar en uno compuesto por personas a quienes no conocían, deduciendo la muchacha de tanta contrariedad que el hecho de tener un baile comprometido de antemano no siempre es motivo de mayor dignidad y placer. De tan sabias reflexiones vino a sacarla Mrs. Hughes, que, tocándola en el hombro y seguida muy de cerca por Miss Tilney, le dijo: Le habría gustado bailar, pero por desgracia no habían hallado hasta el momento ni una sola persona conocida. Contrariada a causa de ello, Mrs. Allen trató de manifestar su pesar por tan desdichado contratiempo, repitiendo cada dos o tres minutos, y con su acostumbrada tranquilidad, las mismas palabras: ¡Cuánto me agradaría verte bailar, hija mía! ¡Cuánto me gustaría encontrarte una pareja...!