Publisher's Synopsis
La inapetencia infantil puede ser un síntoma de una enfermedad pero cuando no existen causas aparentes que la provoquen estamos ante un problema de difícil diagnóstico, capaz tanto de generar conflictos familiares como de derivar a medio y largo plazo en trastornos alimentarios de mayor o menor calado. Es este tipo de inapetencia la que vamos a tratar en este libro. Lo cierto es que negarse a comer, si no existen razones que que lo justifiquen, es difícil de explicar. El ser humano, como cualquier otro ser vivo, come para vivir. Lo contrario significaría que no se desea vivir y eso va en contra del instinto de supervivencia.La inapetencia infantil sin causa aparente no es una enfermedad, es un síntoma de algo desconocido y por tanto se situa en una especie de limbo donde muchos padres se sienten perdidos. Los especialistas en trastornos alimentarios ya sean psicólogos, nutricionistas o pediatras, con cierta frecuencia los miran con suspicacia o directamente los culpan de haber magnficado el problema. A día de hoy no se conoce con exactitud la razón por la cual un niño que no manifiesta enfermedad de ningún tipo no se alimenta como el resto de los niños ni en tiempo de ingesta, ni en variedad o calidad, ni en cantidad. Puede afectar al menor en cualquier etapa de su vida si bien suele aparecer cuando el niño comienza a alimentarse de sólidos.Si bien se conocen los mecanismos que activan y desactivan el hambre todavía no se sabe por qué no funcionan como debieran en determinados individuos. Eso no significa que no se pueda aconsejar actuaciones muy paliativas que orillando las divagaciones téoricas vayan a lo práctico.La inapetencia no es un fenómeno inusual ni se circunscribe a la niñez. Incluso aquellos que lo sienten como ajeno pueden padecerlo. Se es inapetente si evitas la ingesta de un grupo completo de alimentos, por ejemplo fruta o lácteos. También se es inapetente si nunca se tiene hambre y por ello se ingieren raciones muy parcas, sin que la intención de hacer dieta tenga nada que ver con ello. El tiempo de ingesta, por inusualmente largo, también indica que hay inapetencia. La inapetencia infantil marca el devenir del adulto que la padeció, aunque de ella no guarde ningún recuerdo. De hecho muchos de los trastornos alimenticios, leves en algunos casos, graves en otros, incluso las fobias y filias alimenticias que los adultos muestran se podrían trazar en su mayoría hasta la infancia.Este libro no da soluciones mágicas ni farmacológicas, siendo el resultado de experiencias personales y de un largo proceso de búsqueda sobre investigaciones llevadas a cabo al respecto. Aplicar lo que explica requiere esfuerzo, paciencia y constancia por parte de los progenitores.Tampoco pretende usurpar las funciones de los especialistas sino servir de consejo, mostrar un camino de tantos posibles, mitigar el problema de la inapetencia para que cuando, como dicen los pediatras, el trastorno desaparezca con el tiempo no deje ninguna huella en la salud del menor. Por tanto no se puede utilizar este libro como un libro médico, de nutrición o psicológico, sino meramente informativo.Dedicamos extensos capítulos a la nutrición y a ciertas enfermedades provocadas por la comida o cuyo padecimiento puede afectar al apetito. No es absolutamente necesario leer estos extensos capítulos pero sí recomendable ya que os ofrecerá un visión global sobre la alimentación de los niños.Finalmente este libro, a pesar de estar dedicado a los niños inapetentes, también puede servir de guía para los padres que quieran proporcionar una mejor alimentación a sus hijos. Tened siempre en cuenta que comer bien no significa comer más, sino hacerlo mejor.