Publisher's Synopsis
Antología de relatos breves producidos por estudiantes de preparatoria en el taller literario del CBTa No. 22, de Cuatro Ciénegas, Coahuila. A lo largo de cinco años (sin contar la pandemia), el grupo de jóvenes narradores y su coordinador de taller leyeron, analizaron y aprendieron de los grandes autores; luego escribieron y criticaron su propia obra. Enseguida dieron forma a la versión final del libro tras elegir lo más selecto de su narrativa publicada en cinco números de su revista anual, La Tamalera.
"Cada vez que los participantes, chicas y chicos de preparatoria, leían sus textos, me hacían sentir un aire fresco y original, pese a las correcciones que después hacíamos Miguel y yo (un poco jugando al policía bueno y al policía malo): aquellas historias me sonaban nuevas y emocionantes. No porque fueran las historias que nunca han sido contadas, sino porque las voces que las iban creando no tenían rastro de pretensión ni del ego que luego florece en todos los artistas y que nos es inevitable. Las voces de los que leían sólo tenían en mente contar una historia interesante, cómica, terrorífica o sentimental. La historia por la historia. No más. Y, en ese sentido, ellos eran los que daban el taller: hay tanto que aprender de los que comienzan. "Y he aquí, ahora, un libro en toda la expresión de la palabra, compuesto por textos que ellos imaginaron, escribieron y luego corrigieron bajo el ala de Miguel, que es un editor digno y un maestro del español que verdaderamente disfruta enseñar. He aquí ese final genuino de un taller de narrativa: las historias. Aquí el esfuerzo de aprender a escribir una línea, luego otra, y así crear un cuento y después un libro", Juan Carlos Domínguez. "La atmósfera de mi aula de prepa era bastante peculiar. Una ocasión hubo tal grado de violencia en el taller que no dormí tranquilo: no sabía si de emoción o angustia. ¿Promovía la lecto-escritura o el asesinato de ficción? Luego recordé a Mario Vargas Llosa: "En eso consiste la autenticidad del novelista: en aceptar sus propios demonios y en servirlos en la medida de sus fuerzas. "Entre los amantes de gatos que dan de comer carne humana a sus mascotas y otakus que descuartizan a la familia de su novia con una katana, esa tarde salí muy motivado y salpicado de vísceras hasta la consciencia por las historias que me habían contado. Eso sí, la siguiente sesión me robaría una bata de laboratorio para entrar a la morgue que tengo por clase", Miguel García.