Publisher's Synopsis
En los �ltimos minutos del 22 de junio de 1792, Lucas de G�lvez, gobernador, capit�n general y primer intendente de Yucat�n, expir� tras recibir una certera pu�alada en el pecho. La mortal herida se produjo cuando su carruaje fue atacado a un centenar de metros de la Casa de Gobierno, justo en el centro de M�rida, la capital provincial. A consecuencia del inaudito asesinato -como lo sigue siendo m�s de dos siglos despu�s, la M�rida colonial se caracterizaba por ser una de las ciudades m�s tranquilas de la Am�rica Hispana-empez� un tortuoso, intrincado, apasionante proceso judicial, cuyo estudio nos permite observar con impresionante detalle los conflictos pol�ticos, las estrategias econ�micas, los logros sociales y parte de la vida cotidiana de este peque�o gir�n del virreinato de Nueva Espa�a en aquellos a�os. M�ltiples actores, de or�genes y posiciones diversas, aparecen durante esta investigaci�n. Algunos de manera contundente, otros de forma velada... unos en la c�spide de la sociedad, presidiendo o recibiendo homenajes p�blicos de grandes fastos, otros luchando silenciosa o ruidosamente en los barrios marginales y en las p�tridas c�rceles virreinales. Dentro de los muchos matices, sobresale el conflicto, la contradicci�n, entre la visi�n colonialista de los funcionarios espa�oles que intentaban establecer una ambiciosa reforma en los territorios ultramarinos, y las familias criollas, que defend�an a ultranza un statu quo conveniente a sus intereses. El proceso judicial sobre el asesinato de Lucas de G�lvez concluy�, en los primeros a�os del siglo XIX, al responsabilizar a un hombre pobre como asesino solitario. Nosotros encontramos otras respuestas, que aqu� consignamos, y que nos llevan a identificar a autores intelectuales y materiales del crimen y, en el fondo, a plantearnos una profunda reconsideraci�n respecto de la visi�n tradicional sobre las relaciones de poder entre la Corona espa�ola y las familias criollas iberoamericanas en la dram�tica coyuntura de las postrimer�as del siglo XVIII, entre los estertores de un mundo medieval que agonizaba y el pujante, incontenible nacimiento de la Modernidad.