Publisher's Synopsis
Aviso antes de abordar
Los relatos que componen los vagones de este libro, o mejor dicho de este tren, fueron escritos de alguna manera, llevando la pluma trotando, diría con acertada razón la poeta Juana Inés de la Cruz.Quiero decir con esto, entre subidas y bajadas, transbordando, en espera, desesperando y aun corriendo -sobre todo cuando hace un frío del demonio-, por querer alcanzar los tranvías de Zúrich; ciudad situada al norte de los Alpes en la que vivo desde hace ya varias décadas, y donde el Metro no circula dentro de esta pequeña gran urbe suiza, como sí sucede en las enormes capitales o núcleos urbanos, a los cuales estaba yo acostumbrada a transportarme.
Los relatos de este libro fueron concebidos, al observar y experimentar, esa vida ordenada y bien vigilada de la superficie, lenta, sorda e inmune a la locura inexistente de esta pequeña urbe de Zuinglio, y de su enorme contraste con las megalópolis, enloquecidas y anónimas de hoy día. Los tranvías pulcros y siempre bien controlados de esta ciudad helvética, además de ser exactos hasta la neurosis, dan la impresión de que cuando el pasajero los aborda, ¿estaría emprendiendo acaso, el último viaje sereno de su vida? Y eso que fue aquí, justo en el famoso 'Cabaret Voltaire' de Zúrich, donde no por casualidad, estalló hace más de un siglo nada menos que la frenética, la escandalosa ira del Dadaísmo, con sus posturas radicales e iconoclastas, y su rotundo NO frente a los desastres de la Guerra. Ironías de la historia...
En todo caso, 'Estación Terminus' es un cuerpo de catorce relatos, varios de los cuales parten de lo que sucede, en los temerarios vagones del Metro en cualquier parte del mundo, monstruo de largos tentáculos, alma endiablada fuera de control que no perdona nada ni a nadie. Asimismo, lo que ocurre por las arterias palpitantes de ese otro gran monstruo, que es la metrópoli enloquecida, con sus encuentros o desencuentros de gente que va ansiosa por el mundo, al borde de sí misma, trasciende o se engancha al destino de la ruta, que recorre el subterráneo, revelando a su modo que ambos caminos encarnan, uno a uno la mitad de la vida; el que cruza frenético por debajo o el que atraviesa furioso por arriba. A decidir, ¿cuál de los dos será el más aconsejable para llegar a su destino?
Dicho esto, me parece que nadie podrá negar, que al final de un buen recorrido, uno regresa siempre distinto de cómo se fue, pues el que embarcó, no volverá siendo nunca, el mismo que abordó al inicio, ya que se ha convertido en alguien diferente, en otro... ¿acaso un desconocido? Buen viaje, entonces, digo, buena lectura.