Publisher's Synopsis
Como su nombre indica, es un estudio sobre el suicidio, pero la gran novedad es que Durkheim considera éste desde el punto de vista de la tasa anual de suicidios que existe en varios países europeos desde la sexta década del siglo XIX. Esto es, desde un punto de vista social. Analizando esas tasas, se percata de que suelen mantenerse constantes o con cambios muy leves a lo largo de prolongados períodos. Igualmente, los picos o los valles acusados en las gráficas corresponden con acontecimientos como guerras o depresiones económicas. También se percata de que la tasa de suicidios es diferente de unos países y de unas comunidades a otras. Por ejemplo, en las sociedades católicas había menos suicidios que en las sociedades protestantes, pero entre los judíos todavía menos que entre los católicos.1 El suicidio es ante todo un hecho social y sus causas son antes sociales que individuales o netamente psicológicas. Desde Durkheim es un clásico decir que los suicidios son más raros entre los católicos y los judíos que entre los protestantes, pero hay que tener en cuenta que puede ser que los católicos no declaren los suicidios justamente por razones religiosas (esta última especulación no pertenece a Durkheim) (El anterior es sólo un ejemplo). Durkheim no sólo estudia las diferencias según religión sino según matrimonio, hijos, grupos profesionales, género, edad, grupos políticos, tipo de sociedad o de medio social, etc. Ello le permite ver las diferentes causas sociales del suicidio, que son las determinantes, y establecer para cada tipo de causa un tipo de suicidio diferente. Durkheim inicia su obra señalando la necesidad de que los términos utilizados por los investigadores sean científicamente definidos y no tomados acríticamente del uso vulgar. Las palabras, tal como son usadas ordinariamente, resultan por lo general ambiguas en su significado y, al surgir de una clasificación inconsciente generada a partir de impresiones confusas, no refleja la verdadera naturaleza de las cosas. Así resulta que se nombran con el mismo término cosas esencialmente distintas al tiempo que cosas afines son designadas con diferentes nombres. Una clasificación científica deberá, por el contrario, mediante un análisis metódico y consciente, adecuar los términos a la realidad: que las cosas afines y comparables sean reunidas bajo un mismo término (pues el científico explica comparando) mientras que las que no lo son sean también diferenciadas por el lenguaje. Este precepto metódico es inmediatamente aplicado por Durkheim al objeto de estudio principal de su obra: el suicidio. Estamos de acuerdo en que el suicidio es un tipo de muerte. Ahora bien, habrá que definir la palabra "suicidio" de modo que contenga en su definición los caracteres comunes a todas las muertes que son efectivamente suicidios y que sean específicos de ese tipo de muerte y no de otros. Además, se requiere que estos caracteres sean observables para cualquier individuo (lo que garantiza su objetividad) y que sean, aunque no idénticos, sí lo suficientemente próximos a los caracteres aludidos en el uso ordinario (lo que garantiza que pueda usarse el mismo término y no otro). Además, queda en evidencia que los suicidios no son monstruosidades ajenas a cualquier conducta normal: No son otra cosa que la forma exagerada de prácticas usuales, prácticas usuales que sólo se diferencian del suicidio por una cuestión de grado consistente únicamente en que la certeza de la muerte es menor: Si un hombre expone a sabiendas su vida por otro, pero sin que sea seguro un desenlace mortal, no es por cierto un suicida, ni aun si llegara a morir, como tampoco lo es el imprudente que juega resueltamente con la muerte, aun tratando de evitarla, o el apático que, por no estar vivamente apegado a nada, no se toma el trabajo de cuidar su salud y la compromete con su negligencia. Ahora bien, en estos casos, toda la diferencia [con los suicidios] est