Publisher's Synopsis
Desde su estallido el 20 de noviembre de 1910, mucho se ha hablado de las causas de la Revolución Mexicana y de sus múltiples consecuencias en la vida nacional.Algunos historiadores la consideran un fenómeno de índole política en principio, con derivaciones sociales, económicas y culturales, en tanto otros la reducen a un simple período de efervescencia bélica propicio a la aparición de vividores que con la imagen de caudillos o de paladines de la democracia y la libertad desempeñaron un papel prominente en aquel drama histórico.Sea de un modo o de otro, lo cierto es que la Revolución Mexicana acarreó profundos trastornos en diversos ámbitos, sobre todo en el centro del país, que se convirtió en escenario predilecto de los combatientes -generalmente del norte de la República- para dirimir sus variadas diferencias.En este panorama de violencia generalizada hicieron su aparición personajes de mayor o menor relieve y que según el resultado de las luchas en que intervinieron, terminaron por convertirse, unos, en héroes consagrados por el juicio de amplios sectores de la población, y otros, como resultado sobre todo de su derrota, en villanos destinados a recibir el fallo adverso de la posteridad.De este modo se tienen dos géneros de protagonistas revolucionarios: Los "positivos productos del movimiento político-social de 1910" y los "negativos sub-productos de la Revolución Mexicana", es decir, aquellos que ocupan un plano secundario, pero con un contenido acentuadamente pernicioso.Entre los productos de aquel terrible ejercicio de fuerza irracional se encontrarían los caudillos nacionales, cabiendo mencionar en primer término a Francisco I. Madero, Venustiano Carranza, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.Entre los sub-productos mayores de la Revolución Mexicana figuraría en primer término, el general Victoriano Huerta y varios de sus colaboradores, empezando por los también generales Manuel Mondragón y Aureliano Blanquet, por hablar del sector reaccionario neo-porfirista, resultante del mismo proceso que desencadenó la convocatoria belicista del Plan de San Luis emitido por Madero; y con relación a los sub-productos menores surgidos de la etapa siguiente, pudiera enseguida identificarse a gente torva y patibularia del calibre de los villistas Tomás Urbina y Rodolfo Fierro, "El Carnicero", y no lejos de ellos, a José Inés Chávez García, "La fiera de Godino".En efecto, en medio del vendaval revolucionario que desquició a una sociedad que permanecía estabilizada en un orden que nada parecía amenazar hasta el arribo de los norteños que rompieron con él de una manera ostentosa y agresiva, José Inés Chávez García se erige como un ente genocida resultante de las oscuras corrientes que se mueven en el fondo de todo movimiento social y que irrumpen sin freno ni límite en la sociedad, por virtud de ciertos acontecimientos que se concatenan al parecer fatalmente.