Obra dirigida a las mayorías que intuyen que el cosmos es inabarcable, que concientiza en lo pequeño del ser respecto a su grandeza, dimensión percibida "como la inmensidad y más allá". Cuando un chiquillo mira al cielo e intrigado, interroga a la abuela: ¿de dónde vienen, quién las puso allí?
* Ella instante titubeante respondería: "Dios, a partir de la nada, creó en siete días el todo".
Ante esta respuesta, las mujeres y hombres de ciencia podrían replicar:
* ¡Imposible!, se viola la ley "nada se crea ni se destruye, solo se transforma.
La génesis es un misterio, la ciencia no puede resolver el eón prenatal del Universo. Asimismo, los primeros instantes son un gran enigma, solo se teoriza sobre una máxima concentración, un "átomo primigenio", que se tornó inestable, produciéndose un Big Bang, que despertó el tiempo, hace 13800 millones de años, reservando un tan pequeño, donde no opera la Física, tan mínimo que no alcanza ni para el "soplo divino". Para ese momento, sí aceptamos que una divinidad pudo intervenir, parametrizando con seis constantes la naturaleza del Universo, para que luzca como es y no como otro del Multiverso; pero, además, esos números hacen a los terrícolas afortunados de ser materia y no antimateria y lo más sublime de la creación.
Se sabe que el Universo se mantiene en expansión acelerada, ignorando como y cuándo terminará ese proceso y cómo será la culminación de "el todo", por qué llegará, pues todo principio tiene un final. En este ensayo se aborda lo anterior, incluyendo el Calentamiento Global, de máximo interés mundial, no dudando que algún "viento cósmico" unirá nuestro esfuerzo, a los múltiples trabajos del orbe, que responden al clamor globalizado de "salvemos al mundo".