Publisher's Synopsis
Este trabajo quiere ser la expresion de un minimo reconocimiento de gratitud a mis formadores y, especialmente a los RR.PP. Herbert Alphonso, S. I. y Maurizio Costa, S. I., quienes ya contemplan plenamente a Jesus, el unico Maestro y Formador. Con su testimonio de hombres de Dios y de Iglesia, me ensenaron como y por que un presbitero o una persona consagrada, esta llamado a "pedir conocimiento interno de tanto bien recibido para que yo enteramente reconociendo pueda en todo amar y servir a su divina majestad" como lo expresa San Ignacio de Loyola en los Ejercicios Espirituales [EE 233]. Es imprescindible que su mision sea vivida desde una continua y generosa oferta a Dios, de si mismo, su memoria, su entendimiento, su voluntad, su haber y su poseer. Con la actitud humilde de quien esta dispuesto a hacerlo todo y en su nombre, para que sea solo para su mayor gloria y siempre con la suplica de que El se digne darle su amor y su gracia, consciente de que esta le basta [EE 234]. Evocamos, asimismo, el testimonio del padre Jose Correa, S. I., quien conocio personalmente a San Alberto Hurtado, tambien jesuita, y que en alguna ocasion manifesto: "Cuando comence mi formacion sacerdotal le pregunte al Padre Hurtado en que area de estudio me recomendaba especializarme y el me respondio: "Especializate en Jesucristo". Eso respondia a lo que el vivia". El testimonio de San Alberto Hurtado, S. I, nos sirve de inspiracion para definir la mision de la persona consagrada, fortalecer su respuesta a la llamada a la santidad, consolidar su identidad y pertenencia a la Iglesia, de un modo particular cuando hay que enfrentar situaciones que amenazan con destruir su vocacion personal. Las ideas que expongo han sido fruto del acompanamiento fraterno de sacerdotes y jesuitas en Roma y en Mexico, para disenar un perfil de la persona consagrada y la identidad del formador para ser fieles a lo que la Iglesia y la Compania de Jesus nos han pedido.