Publisher's Synopsis
La cotidianidad, como un hecho que no alcanzamos a cuestionar, nos acostumbra a aceptar nuestra mediocridad o nuestros logros y a diluirlos en nuestras relaciones sociales, permitiendo que dicha cotidianidad, tome corporeidad en nuestras ideas y palabras, llegando a confrontarnos ante nuestros instintos y deseos, prevaleciendo por lo general, aquellos más próximos a nuestra animalidad, contribuyendo a que nuestras expresiones sean cada vez más crudas y reflejen nuestra verdadera personalidad, plena de egoísmo y vanidad.
Rebasando de forma constante, nuestras capacidades de convivencia, conformando un sistema de defensa, cuyo objetivo pareciera ser solamente la de sobrevivir, por encima de cualquier cosa, pasando por alto, valores, principios éticos y morales, familiares y personales; lo que tarde o temprano nos encapsula en un estado de soledad y posteriormente de culpa, que nos impide la búsqueda de la felicidad, como principio y final de nuestra existencia, en plenitud.
El aceptar la vida en toda su complejidad y sencillez, nos obliga a permanecer atentos, a reconocer nuestra capacidad de atención y habilidad para disfrutar cada instante de vida, sin importar el paso del tiempo, o las circunstancias del lugar y del espacio.
Viéndonos en la necesidad de rescatar y rescatarnos, de forma constante, ante el riesgo de perdernos, en la apología de la riqueza material que nos tocó vivir, todo en una sola expresión "c´est la vie".