Publisher's Synopsis
Para nadie es un secreto que todas la relaciones traen consigo una buena cantidad de crisis. Nadie viene completamente listo para iniciar una relación y mucho menos para una relación de por vida con una persona que apenas conoces. Teníamos conflictos con nuestros padres, con nuestros hermanos y hasta con nuestros amigos y vecinos. Los conflictos son parte de nuestras vidas. Son parte de nuestra existencia. No traemos el mismo ADN y si de eso se trata; los gemelos idénticos tienen diferencias marcadas en su ADN.Bienvenidas sean las crisis. Siempre que le demos el respeto y el reconocimiento a cada crisis podremos manejarla. La hipocresía del sistema nos dice que no existen las crisis. Que todo anda bien, que no necesitamos contar con nadie ni con nada que nos ayude a caminar juntos por el camino de la relación de pareja. Es como el conductor de un vehículo que cree que puede hacer su propia gasolina, llantas, líquidos del vehículo y hasta su propia carretera. Cuanta ilusión y desencanto. ¿No te parece raro que nos unimos a una pareja por lo bien que nos entendemos y nos separamos por qué no nos entendemos?Todas las parejas pasamos por periodos de crisis, unas antes, otras después, crisis profundas o superficiales, crisis breves o duraderas, es inevitable pasar por momentos de enfado, de bronca o de desconexión y tener la experiencia, a veces, desconcertante de que con cada crisis nuestros sentimientos de amor cambia. De la certeza de sentir amor por nuestra compañera o compañero de vida, podemos pasar a tener dudas de amor que llegan a atormentarnos. En nuestra cabeza rondan preguntas sin respuesta: "no siento lo mismo que antes, ¿será normal?, no te quiero tanto como al principio, cuando discutimos no "puedo ni verte", no me gustas cuando no contestas a mis preguntas o lo haces con mala cara, ¿será que ya no te importo?"En general, las parejas tenemos recursos para resolver nuestras diferencias y restaurar los sentimientos de amor dañados. Todo vuelve a la normalidad y seguimos nuestras vidas juntas, tranquilas y seguros. Sin temor a una nueva crisis, pues, como hemos superado la última, sentimos que podremos afrontar todas las que vengan y seguir adelante.Sin embargo, no es fácil saber recuperar el equilibrio después de la tempestad, o aunque lo hayamos hecho, puede que no nos sintamos tranquilos ni seguros, sino temerosos ante la posibilidad de volver a encontrarnos otra vez en la misma espiral. En esos casos, sentimos que a la siguiente embestida la relación puede naufragar, que nuestro amor no aguantará otra bronca, otra mirada desafiante, otra semana sin hablar.Cada uno/a nos enfrentamos al desamor de manera particular, unos/as nos alejamos, nos replegamos, nos quedamos congelados, cuando sentimos que algo va mal en la relación. Otros/as, ante el mismo sentimiento, buscamos con ansia el contacto, intentando aclarar qué pasa en nuestra relación para sentir que todo se puede solucionar. En ambos casos los dos sufrimos ante la desconexión y tememos perder el vínculo, pero cada uno tratamos de resolverlo a nuestra manera. No es fácil entendernos en esos momentos, ni darnos cuenta de que el otro sufre igual que nosotros, que ambos queremos lo mejor para la relación y anhelamos paz y tranquilidad.Si esta situación se repite una y otra vez, va quedando en cada miembro de la pareja un sentimiento de temor e intranquilidad, que poco a poco empaña el sentimiento de amor y altera la convivencia. La comunicación de pareja se va deformando: "no nos entendemos, cualquier cosa nos lleva a discutir o malinterpretar"...El tiempo no mejora la situación, las vacaciones, los hijos, una escapada romántica, tampoco suele funcionar. Es como si en algún lugar del camino rompimos el enlace y el balance de la vida en comunidad.