Publisher's Synopsis
Segundo libro de poesía de Iván Díaz Sancho, miembro de la Tertulia Poesía Mediona 15, grupo afincado en Tarragona. El libro nace de la experiencia del autor en los primeros años de residencia en Kioto, tras un exilio voluntario que se avanzó a la crisis que luego azotaría el país. Durante un año y medio el autor experimentó una vida casi de eremita en un cuarto de 10 metros cuadrados sin calefacción, más parecido a una celda que a una habitación, con lavabo y ducha compartidos y en el exterior. El libro es un intento por reflejar esa experiencia a través de la fusión del estilo castellano (abundan los endecasílabos) y la imaginería japonesa, en una mezcla de ritmo clásico y metáfora aparentemente surreal, si bien se refiere a experiencias realmente vividas. Los juegos de palabras, como en Tombeau, la primera obra del autor, siguen siendo importantes, pero pasan a un segundo plano, poniéndose esta vez el acento en la imagen (esbozada a pinceladas y acompañada de ilustraciones a tinta de distintas artistas japonesas), así como en la narración. El poemario pretende formar una unidad en la que se van narrando diferentes episodios en función de los cambios de estación, desde los primeros fríos y las primeras impresiones en un país exótico, hasta los últimos días de marzo, en los que se anuncia ya el buen tiempo en una luna menguante, el cielo despejado y una vuelta a los zapatos (en Japón hay que descalzarse en casa, aunque sea sólo una casa de 10 metros). Ese redescubrimiento del calzado cerrará el libro pero abrirá el sentimiento del poeta hacia una posible salvación en el exterior. Se trata de un viaje, así pues, desde la desesperación y la soledad estoica, hasta la esperanza y el goce de lo que le espera al autor una vez cerrado el libro. El título, también hace referencia, en cierto modo, a un viaje. Se trata de una frase que se puede escuchar en la película de Akira Kurasawa Los hombres que caminan sobre la cola del tigre. Un grupo de samuráis escapan a través de las montañas disfrazados de monjes. No conocen el terreno, así que obligan a un campesino a que les haga de guía. Durante la marcha, uno de los samuráis escucha el canto de un pájaro (cosa que delata su gusto refinado y su amor por la poesía): "¿Es eso un ruiseñor?" A la pregunta, el campesino responde con indiferencia: "¿Eso? Eso aquí nos lo comemos". Con este título el autor no sólo trata de evitar los lugares comunes de la poesía, de los que siempre ha huido, sino también de acentuar el plano existencial de un poemario que si bien no puede ser llamado "poesía de la experiencia" está exclusivamente fundado en la más pura experiencia existencial. En este sentido, este libro representa la obra más lograda del autor en cuanto une lo experiencial y lo experimental (términos de etimología común), sin rechazar ni lo uno ni lo otro, y devolviéndole así la dignidad a la raíz existencial de las palabras.