Publisher's Synopsis
Ante el horror y la barbarie provocados por el Estado solo queda oponerse decididamente. No hay ambigüedades ni tibiezas que valgan. Asimismo, no hay razones de Estado que justifiquen el asesinato impune de tantos manifestantes inermes. El New York Times, uno de los periódicos más prestigiosos del mundo, señaló que la Policía y el Ejército del Perú usaron "tácticas letales"[1] para reprimir a los manifestantes. Testigos y familiares de algunas de las víctimas han declarado que el 9 de enero, en Juliaca, se vivió algo muy parecido a una zona de guerra, con los agentes del Estado fuera de control y disparando a matar, sin previo aviso. ¿Es concebible esta falta absoluta de respeto por los derechos humanos de ciudadanos peruanos hoy en día? ¿Qué órdenes y plan de acción seguían los cuerpos de seguridad del Estado peruano que les permitieron pasar por alto sus propios manuales operativos y la proporcionalidad en su intervención?
Ante las denuncias de los organismos de derechos humanos y la conmoción de la comunidad internacional, ya está claro que se trató de una represión gubernamental indiscriminada y con una total vulneración de los derechos humanos de ciudadanos peruanos. Y es que la falta de respeto por la dignidad humana ha sido tan manifiesta que habría que ser un insensible o un retardatario para soslayar esta barbarie y penoso retroceso de la democracia en nuestro país. La época gris del Estado policial está de regreso y los derechos humanos son una "cojudez" (parafraseando al tristemente célebre prelado Cipriani) para la Policía Nacional del Perú. Las voces de solidaridad, sin fronteras, se aprecian en este breve libro sobre la tragedia peruana reciente. De esta forma, escritores de diversas regiones del Perú y de otros países nos comparten sus textos desde la indignación y la interpelación a los que gobiernan de espaldas a los reclamos de las grandes mayorías. La poesía, la narrativa y los textos de análisis social en este opúsculo abordan esta dramática coyuntura. Lamentablemente, la conflictividad social y la crisis son constantes en la historia peruana del siglo XX. Los grupos subalternos han tenido que impugnar una tradición autoritaria muy arraigada, así como relaciones jerárquicas tradicionales. Patrones culturales y costumbres tradicionales de una sociedad premoderna permanecen enquistados en la sociedad peruana. Una auténtica democracia no es posible en estas circunstancias. Salvo mejor parecer. Márlet Ríos [1] https: //www.nytimes.com/es/2023/03/17/espanol/peru-protestas-muertes.html