Publisher's Synopsis
"A tasquinha es un festival de cine. No. Es un parque de diversiones. No. Es una varieté. Y tampoco. Es en realidad un camino elíptico de paisajes elípticos con criaturas tan humanas como elípticas. A tasquinha nos conmina, como el cuento que le da nombre al libro, a volver sobre nuestros pasos y redescubrir un orden oculto en el que se pierde absolutamente la ingenuidad. El cazador es cazado y luego escapa cazando a su captor. Así. Una y otra vez. Mescher recupera el espíritu lúdico cortazariano sin quitarle el cuerpo a la angustia basal de adolescer, de correr el velo, de encontrar la verdad. Lleva la paradoja hasta su máxima expresión, fuerza el lenguaje y la realidad, nos propone un juego imposible de rechazar. Pero hay una advertencia: Mescher no es inocente. En cada cuento aceptamos las reglas que, en apariencia, son inofensivas. Porque uno entra en los textos como desprevenido, como si la atmósfera fuese verdaderamente amigable. Es que el autor trabajó minuciosamente para borrar las fronteras entre el acto de leer y el de ser protagonista, ha escrito cuentos con bordes borrosos para que uno no advierta el momento exacto en el que se ha entrado a jugar el juego. Usted y yo confiaremos, palabra a palabra, en el engaño. Hasta lo haremos gustosamente. Seremos la muerte deambulando en un hospital, un cartero atrapado en un buzón, inclusive seremos el propio autor en su esquizofrenia camaleónica, siendo a su vez nosotros y los otros personajes, y una lengua dilatada por la humedad, y un pirómano, y los habitantes reales de un pueblo irreal. Todo a la vez. Porque cada detalle tiene un sonido fundamental, es parte de la sinfonía. Será que Mescher siempre escribe música; que no se limita sólo a las partituras para hacerlo. A tasquinha es un concierto. Eso, un concierto. Con climas, silencios, estridencias, compases, drama. Es un concierto. Y también es una trampa.Pamela S. Terlizzi Prina"Noviembre de 2015
