Publisher's Synopsis
Una apasionante novela romántica ambientada en la época victoriana.
Un hombre frente a un dilema: aferrarse a su odio o darle una segunda oportunidad al amor.
Él es un canalla salvaje...
Gideon Tanner queda al cuidado de su tío, el conde de Stretton, tras perder a su familia siendo solo un niño. Pese a que la sangre sioux corre por sus venas, se esfuerza en ser el caballero perfecto para complacer a los que lo rodean. No obstante, después de una traición, decide marcharse a su país natal sin mirar atrás.
Doce años más tarde, Gideon se ve obligado a volver a Inglaterra para cumplir la última voluntad de su tío. Sin embargo, el agradable jovencito que todos recuerdan se ha convertido en un hombre hosco y feroz decidido a regirse por sus propias normas. Ella es una mujer dispuesta a todo por proteger a los que ama...
Emmeline Bray rompió el corazón de Gideon a conciencia y de la forma más cruel. Cuando él regresa a Inglaterra, sabe que va a tener que enfrentarse a su desprecio y su ira. Con lo que no cuenta es con que el joven al que engañó se haya transformado en alguien rudo y salvaje.
Aunque, tal vez, lo único salvaje en él son sus besos y la pasión que despierta en ella.
Quizá, bajo las cicatrices que ahora cubren su cuerpo, sigue presente el hombre de corazón puro al que amó. Esta es una historia autoconclusiva. EXTRACTO DE LA NOVELA:
Gideon se cernió sobre ella, aplastándola con su cuerpo, encajándose contra sus curvas de una forma perturbadora. Emmeline se movió contra él y trató de apartarlo, pero él le inmovilizó las manos sobre la cabeza. Después, tomó su boca con un beso castigador. No era para nada como los besos que habían compartido en el pasado, apasionados, pero llenos de amor y ternura. Aquel era un beso lleno de odio, con el único fin de demostrar que podía dominarla. Duró solo unos segundos, pero fue el tiempo suficiente para acabar con cualquier esperanza de reconciliación entre ellos.
-Te odio, Gideon Tanner. Eres un salvaje -espetó llena de rabia en cuanto pudo respirar.
-¡Oh, querida! No tienes ni idea de lo salvaje que puedo llegar a ser -repuso él con una sonrisa canalla justo antes de volver a besarla.
Aquella vez la confundió con un beso totalmente diferente. No fue brusco, más bien seductor. Y sí, también salvaje a la hora de arrancarle reacciones indeseadas, pues, sin entender cómo, Emmeline se encontró devolviéndole el beso con toda la pasión que llevaba años reservando.