Publisher's Synopsis
La soledad es la predisposición más afín del ser humano para la creatividad. Pero también nos sumerge a una profunda reflexión y al padecimiento de la nostalgia. Es entonces que la soledad se impone a todo y lo que menos siente el individuo es permanecer solo. Por el contrario, vive en su plenitud reflexiva y creativa. Ésta no significa no tener a nada ni a nadie. Porque los recuerdos de aquellos individuos que le dieron sentido a nuestra vida, se convierten en el impulso no solamente creativo, sino constituyente de la reinterpretación del ser humano.Aun cuando hay quienes trabajaron en conjunto con otros individuos, los grandes proyectos de la vida, las grandes obras tanto del ámbito artístico como de las ciencias y las humanidades, se gestan a partir de ese estado sublime de estar en comunión con uno mismo. Habría que añadir: para sí mismo y consigo mismo. Es así que nace la primigenia filosofía. Es así que se da pauta para el surgimiento de todas las demás materias del conocimiento.Para quienes desean verdaderamente escribir poesía, todos los versos del presente libro, sin excepción, contienen los giros de la imaginación (tropos) y las figuras lingüísticas que crean al auténtico verso. Ya nunca más aceptará leer esa falsa prosa queriéndose pasar por versos. Pero todavía más: Gerardo Brauer es el maestro de la aliteración. Crea en nosotros sensaciones a partir de la acertada repetición fónica. Sonido, eco del sentido, como me dijo. La eufonía y aliteración de los versos -pronto a leer por usted- y, sobre todo, por su poder sugestivo, se insertaron en mí y me hicieron sensible a las cosas trascendentes de la vida, a las cuales no daba importancia hasta su lectura. Son versos con la fuerza expresiva y el poder sugestivo que poseen, al grado de provocarnos no solamente reacciones temáticas, sino una serie de sensaciones. Es preciso vivir con la percepción del navegante de lo insondable, del viajero de lo inasible, y así la sugestión de los versos realice su efecto.No hay quién en un momento dado de su vida fuese (o deseara ser) un "solitario amante de la soledad." Y como dice el autor: "mira la seda en el deseo, la mirra en un latido, el incienso huele en la fiebre" de quien busca la predisposición para la creatividad. Pero antes tendrá que "hundir su frente en el espejismo de un agua de dura espina, donde se bebe la noche esparcida, acunada entre sus manos." Deberá "quedar más solo que un dios negado, que un hombre sin dios," para encontrarse a sí mismo. "Qué tan sólo ha de ser que la soledad se hartó de tanta soledad." Porque "nadie más solo si expulsa alma y soledad por su dérmica soberbia."Tras la lectura de versos tan significativos como sublimes a ese estado de inmersión cognitiva que permite conocerse a uno mismo, ya la percepción suya y de su entorno será muy diferente. Ya nunca más "sólo y sin soledad: solemne solitario sin halo de alma viva," pues "ella, la soledad, no soporta a tan solariego ser.