Publisher's Synopsis
José Ortega y Gasset impartió durante sus años de exilio dos cursos titulados "La razón histórica", en un lapso de apenas cuatro años (Buenos Aires y Lisboa, en 1940 y 1944 respectivamente), a los que apenas se ha prestado atención ni siquiera entre los especialistas, debido quizás a lo tardío de su publicación (en 1979), pese a que contienen muchas de las claves para entender ese inmenso e importantísimo período de madurez que es la "segunda navegación" orteguiana (el período que sigue a 1932), donde se vertebrará radicalmente todo el contenido de su obra final, en un corpus textual que ahora y de nuevo invita a la re-interpretación de la evolución filosófica de nuestro compatriota.Estos dos cursos se estudian aquí, ante todo, contextualizados desde el punto de vista histórico y personal, en lo que tienen de crónica de una dedicación filosófica muy bien definida por ese carácter cuasi-académico que muchas veces Ortega hubo de adoptar con el fin de ir aplazando ese "gran tema" en torno al cual llevaba desde los años treinta trabajando de una forma bastante específica, el de la "razón histórica", como última radicalicalización o como naturalización práctica de esa "razón vital" que ya había planteado en sus primeras obras desde 1914, en aquel primer intento de superación del idealismo y el racionalismo decimonónicos, por un lado, y que después se confrontará con las corrientes fenomenológicas europeas de principios del siglo XX, por el otro.En sus cursos de los años treinta nuestro autor había empezado a entrever que su idea de la "razón histórica" debe concretarse también algo más que vitalmente, que la razón debía tragarse la realidad, como el decía "sin ascos y sin melindres", porque, incluso en su irracionalidad, la misma vida del hombre, su realidad radical, tiene una inapelable consistencia histórica, por lo que, de entrada, "aquellos conceptos que hacen referencia al fenómeno de la vida humana debían ser desnaturalizados y sometidos a una radical historización". Ortega constata que la razón que llamamos física ya no puede decirnos nada, porque el hombre no tiene naturaleza, sino pasado, el hombre tiene historia. Es una "inexorable trayectoria de experiencias". Ortega sostiene ahora que el ser humano es un "peregrino del ser, un emigrante", el puro cambio de un ente radicalmente variable que sólo se entiende como animal "etimológico", porque en estos momentos nuestro compatriota contempla la historia como una inmensa etimología, en toda su "narratividad" ya que ésta es la única disciplina capaz de descubrir el sentido de lo que el hombre hace y de lo que el hombre es.Estos dos cursos quieren ser un esfuerzo de aclaración de lo que Ortega pretende considerar una "razón narrativa", que explique o descifre la razón vital como un relato histórico, que va mucho más allá no sólo de la razón pura kantiana, sino de la misma realidad de una vida que si no se cuenta, no se entiende. De ahí que "razonar" se haya convertido en una búsqueda de la génesis semántica de la vivencia humana, de una experiencia que debe encadenar la abstracción con la vivencia concreta y dramática del ser humano, porque hasta ese momento Ortega entiende que la historia y la razón se han estado oponiendo innecesariamente, por lo pronto en su negación de la misma posibilidad de una ciencia histórica que busque la sustancia racional sin que la lógica y la física se impongan (como le ha ocurrido a Hegel). La razón vital era quizá demasiado estática y personal, casi una "individualidad conceptual" que no se diferenciaba mucho en el fondo del Dasein de Heidegger, por ejemplo, que Ortega ve como una "idea innata", mientras que la razón histórica, por el contrario, se preconiza como una exploración filosófica con otro sentido más espacio-temporal, más volcada en el acontecimiento como precipitado vital, a ras de tierra, diríamos que con más músculo humanístico que metafísic